El presente escrito es una síntesis comentada del artículo, The unthinkable in pursuit of the eatable, cuyo autor es el economista Británico Raj Patel. Este artículo se encuentra en la Biblioteca Virtual de este blog. Raj Patel es un economista, escritor y activista graduado de Oxford, London School of Economics y Cornell University. Él ha trabajado en el Banco Mundial y en la Organización Mundial del Comercio (OMC), y ha protestado en contra de estas organizaciones alrededor del mundo. El principal tema abordado en la mayoría de sus escritos es el problema mundial del hambre.
En Lo Impensable en la Búsqueda de lo Comestible, Raj Patel argumenta que en demanda de la creación de empleos rurales bien pagados, los movimientos alrededor del mundo están presentando nuevas políticas desafiantes, las cuales son prevenidas por la actual constitución internacional del poder. Él advierte que a menos que este “orden constitucional” cambie, muchos perderemos no sólo nuestras formas de pensar, sino nuestras formas de comer, y algunos perderemos nuestras propias vidas.
El artículo empieza alarmando sobre el rápido y sostenido ascenso del precio mundial de los alimentos durante los últimos 5 años, y argumenta que la hegemonía del liberalismo neoclásico (neoliberalismo) revive ciertas explicaciones y suaviza otras, en un intento de hacer creíbles a unas soluciones y no creíbles a aquellas que no son de su interés. En general, el autor afirma que el dolor producido por el alza de los precios de los alimentos ha sido elaborado por décadas, de una forma deliberada, cruel y no natural. Patel basa su argumento en cinco temas centrales en el debate de las razones y las soluciones del alza de los alimentos; bio-combustibles, combustibles fósiles, el consumo de carne animal, el cambio climático, y la especulación.
Bio-combustibles
Según un reporte del Banco Mundial (Mitchell, 2008), los combustibles agrícolas son responsables de hasta el 75% del incremento mundial del precio de los alimentos, mientras otros reportes más conservadores estiman este dato en 30% (Rosegrant, 2008). Patel arroja estos recientes estudios para demostrar que la pasada euforia por los bio-combustibles como solución al calentamiento global y como medida para depender menos del petróleo estaba mal fundada. Los bio-combustibles no reducen la emisión de CO2 debido a que producen una deuda de carbono (Fargione et al.,2008), y tampoco representan una forma sostenible –a pesar de que son renovables– de energía porque se requiere de más energía para producirlos de la energía que liberan (Holt-Giménez y Kenfield, 2008). Sin embargo, el principal problema de los bio-combustibles está reflejado en la sustitución de productos que hacen los agricultores al recibir mayores subsidios para producirlos. Es decir, además de que se destina la producción de maíz para consumo de máquinas en vez de consumo humano, los subsidios hacen más rentable la producción de maíz que la producción de otros granos básicos destinados para la alimentación. Patel pone de ejemplo las huelgas de la tortilla en México durante febrero de 2007.
Combustibles Fósiles
Una de las razones más usadas por la hegemonía neoliberal para explicar el incremento de los precios de los alimentos es el incremento del precio del petróleo. Así, se dice que si el precio de los combustibles fósiles incrementa, el incremento derivado del precio del transporte elevará el precio de los alimentos. Sin embargo, Patel aclara que a través de un estudio (Miranowski, 2004) se ha comprobado que en Estados Unidos los costos de transporte representan menos de un tercio de los costos de producción en la agricultura industrial. Así, el autor explica que la principal ruta a través de la cual se transfiere el precio del petróleo en el precio de los alimentos está representada por la aplicación de químicos inorgánicos en la agricultura. En este sentido, Patel afirma que el origen de esta intensidad en el uso de químicos inorgánicos en la agricultura es herencia de la “Revolución Verde”, la cual fue una campaña político-ideológica para incrementar la producción y prevenir insurrecciones comunistas en los países en desarrollo del “Sur Global”. Es decir, la hegemonía prefirió introducir una tecnología tan dañina como es el uso de químicos inorgánicos, obviando la necesidad de cambios sociales que producirían incrementos similares en la producción (como reformas agrarias). Consecuentemente, la “alquimia” de la Revolución Verde yace en transformar los resultados agrícolas y mantener al mismo tiempo intactas la distribución de la tierra y las relaciones sociales semi-feudales en los países subdesarrollados.
La Ingesta de Carne
La tercera explicación del incremento del precio de los alimentos está relacionada con el consumo de carne animal. Patel empieza esta sección con una declaración del ex Presidente George Bush hijo, en la cual este último afirma que el incremento de los precios de los alimentos se debe a la mayor demanda de “mejor nutrición” y “mejor comida” por parte de las clases medias de China e India. Sin embargo, la evidencia empírica muestra que China ha sido exportador neto de carne desde 2001, y en la India el consumo de carne bovina no ha incrementado en los últimos años. Además, según Patel las afirmaciones de Bush conllevan a un análisis más relevante; porque según el estudio de (Monbiot, 2008) la mayor demanda de carne hace que 760 millones de toneladas de cereales –suficiente para cubrir 14 veces la escasez de alimento mundial– sean utilizadas para alimentar animales en vez de gente. Este asunto está a la vez relacionado con la “transición nutricional”, la cual denota el cambio que hacen los ciudadanos de los países en desarrollo de una dieta rica en frutas y vegetales producidos localmente hacia una dieta de comida procesada y carne. Según el autor, esta transición es impulsada por el crecimiento económico, y “así como esperan [los ciudadanos clase media de los países subdesarrollados] manejar autos en la forma en que los europeos y los norteamericanos, también esperan tener una dieta similar a estos”. Más aún, lo anterior preocupa no sólo porque esta transición eleva el precio de los granos básicos que consume la población pobre del mundo, sino porque la hegemonía cultural de los países del norte está deteriorando nuestra dieta debido a que promueve el consumo de alimentos nocivos para la salud, ricos en sales, grasas y azúcares. Así, es fácil demostrar que esta transición es una construcción social y política que aleja cada vez más a los ciudadanos de los países más pobres de la seguridad y soberanía alimentaria.
Cambio Climático
La cuarta razón dada para los altos precios de los alimentos es la menor producción derivada de factores negativos relacionados al cambio climático. En este sentido, Patel critica el hecho de que algunos influyentes pensadores de la ortodoxia actual describan este fenómeno como un acto de Dios, tratando de ocultar que la forma de vida del hombre contemporáneo es la responsable de estos cambios adversos. Patel también afirma que para reducir los mayores efectos negativos del cambio climático es necesario cambiar las formas en las cuales la comida es producida y consumida. Es decir, alejarse de la dependencia agrícola de los químicos inorgánicos y reducir el uso de ganado, debido a que la agricultura y la ganadería son responsables por mayor emisión de CO2 que el transporte. Así, la solución parte de una nueva agricultura orgánica alejada del monocultivo, y de una transición nutricional más amigable con el medio ambiente.
Especulación
Debido a la ponderación de los factores anteriores, existe mucho lugar para la especulación del precio futuro de los alimentos, y personas que se lucran de esta especulación; porque en condiciones de riesgo el mercado está preparado para pagar por certeza. Así, en estas condiciones hay dinero tanto para asegurarse en caso de desastre como para especular sobre el desastre. Por consiguiente, debido a la incertidumbre generada en los mercados de alimentos, los ricos elevan el precio futuro de los alimentos por encima del poder adquisitivo de los pobres. Para Patel, la especulación yace en el límite legal de prácticas habituales de grandes corporaciones en temporadas inflacionarias, cuando estas tienen los medios, la oportunidad y el motivo para elevar los precios más allá de la inflación, con el fin de elevar las ganancias. Al respecto, la solución que promulga Patel es la aplicación de las leyes existentes para regular dichas especulaciones, o sea, la voluntad política para regular la grosera especulación en los precios de los alimentos.
Finalmente, Patel hace una reflexión de género al enfatizar que las mujeres son las más afectadas por estos incrementos en el precio de los alimentos a nivel mundial. El autor hace un llamado al cambio del orden preestablecido por la constitución mundial del poder (la hegemonía). Estoy de acuerdo con los argumentos de Raj Patel en relación a la necesidad de grandes cambios con el propósito de satisfacer las demandas de miles de millones de hambrientos. Cabe recordar un reciente informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), donde se advierte que en América Latina el problema del hambre que afecta a 53 millones de personas no se debe a la escasez de alimentos, sino a la falta de acceso a ellos en amplios sectores de la población, ya que “en conjunto la región produce más alimentos de los que necesita”.