Indiscutiblemente el crecimiento de la economía nicaragüense reside en el esfuerzo exportador, como desde un principio fue diseñado nuestro actual modelo económico. Por lo tanto, existe un consenso acerca de que el pobre desempeño de nuestro pib exportador es la principal causa de nuestro pobre dinamismo económico. Es decir, el crecimiento de nuestra producción exportable no ha podido equipararse al crecimiento de nuestro consumo importado, debilitando peligrosamente nuestro mercado de consumo interno. Para una corta lectura actual de este tema, y de su importancia, ver: http://www.facebook.com/home.php?#!/notes/adolfo-jose-acevedo-vogl/te-interesa-la-juventud-pero-no-te-interesa-la-economia/142844332397827
No obstante, el propósito de esta entrada es describir aun otro problema derivado de nuestro sesgo pro-importador, la inflación importada. Este tema es también de vital importancia en nuestra coyuntura socio-económica, al ser Nicaragua una economía “pequeña y abierta”[1] debilitada constantemente por shocks externos que deterioran el poder adquisitivo de los nicaragüenses más pobres. La inflación importada no es nada más que una causa de inestabilidad financiera provocada por el alza en los precios de nuestras importaciones. Esta inflación esta mayormente influenciada por el porcentaje de bienes y servicios que importamos de cada uno de nuestros socios comerciales, la inflación interna de cada uno de estos países, y los cambios en los tipos de cambio de cada uno de estos países en relación con una divisa internacional (US$).
Este tipo de inflación no puede ser contenida por nuestra autoridad monetaria a través de Operaciones de Mercado Abierto (OMAs) o a través de cualquier restricción del Medio Circulante. La inflación importada esta estimulada por un régimen cambiario obsoleto en el largo plazo que promueve el consumo de bienes y servicios importados; creando en el largo plazo una brecha comercial recurrentemente negativa.
A continuación se realizará la aproximación de un cálculo sencillo de la inflación importada de Nicaragua en el año 2008. Se escoge este año porque además de ser un año pre-crisis, fue un año de alta inflación (13.8%). Cabe señalar que la información sobre las importaciones presentada por el Banco Central de Nicaragua (BCN) es limitada, ya que en algunos casos presenta datos agregados de sus socios comerciales. En este sentido se debe de tomar en cuenta que para estimar la inflación importada de Asia sólo se tomaron en cuenta la inflación y el tipo de cambio de nuestros dos principales socios comerciales de dicha región, como lo son Taiwán y Japón. Además, en el año 2008 aproximadamente ¾ partes de las importaciones provenientes del Resto de America Latina y el Caribe corresponden a petróleo, combustibles y lubricantes importados de Venezuela, por lo que se usaron solamente datos de Venezuela y de Brasil en el cálculo.
El cálculo se presenta en la siguiente tabla:
Como se puede observar en este cálculo aproximado, la inflación importada en 2008 fue de 12.1%; y las importaciones que más contribuyeron a esta inflación fueron las provenientes de Venezuela, Taiwán, Japón y Costa Rica. Para saber qué tanto de esta inflación importada explicó la inflación total de 13.8% multiplicamos la inflación importada por el cociente M/PIB. En este caso dicho cociente es 0.836, o sea que las importaciones representaron el 83.6% del PIB en el año seleccionado. Así, obtenemos que la inflación importada participó con el 75% de la inflación total. Es decir, del alza general de precios de 13.8% que experimentamos en 2008, aproximadamente un 10.1% se debió a inflación importada!
Por consiguiente, la evidencia muestra que nuestra dependencia energética del petróleo es la principal causa de la inestabilidad financiera transmitida a través de la inflación importada. En 2008 nuestra factura petrolera fue de US$1,000 millones, lo que representó el 16.0% del PIB nominal en ese año. Mientras generemos un 70% de la energía que consumimos a través de motores de bunker seguiremos peligrosamente vulnerables ante los precios internacionales del petróleo y sus derivados. El camino hacia una menor dependencia de los hidrocarburos requerirá de fuertes inversiones –algunas de las cuales ya se han iniciado, como cuantiosas inversiones en energía hidroeléctrica y eólica- pero también dependerá del ahorro que cada uno de nosotros logre concretar en su diario vivir. El consumismo energético y su presente crisis son parte del consumismo global que adormece a la conciencia humana y la aleja de su carácter espiritual.
[1] Representa tan sólo el 5% del PIB de Centroamérica y denota un Coeficiente de Apertura Comercial de 83% en 2009.